Saturday, July 16, 2011

El Maracanazo, cuando Uruguay hizo historia

Después de la Segunda Guerra Mundial, en 1950, Brasil reinició la Copa Mundial de fútbol. Varios fueron los países que concurrieron a aquel país sudamericano y uno de los ausentes fue nuestra selección que, por motivos políticos, no asistió.



Los brasileños se veían como favoritos para llegar a la final, al vencer a la mayoría de sus oponentes. Otro de los que también estaba en carrera era el equipo uruguayo. Ambos vencieron y la definición se jugaría en Río de Janeiro, en el estadio más grande del mundo llamado Maracaná. El duelo fue el domingo 16 de julio.



Exactamente a las 15, el árbitro británico George Reader inició la final de la copa mundial, y el equipo brasileño salió a presionar con sus delanteros, en busca del gol y liquidarlo en el menor tiempo posible. La ofensiva del local fue contenida por el arquero oriental Máspoli de gran actuación y, al finalizar el primer tiempo, los dos equipos se encontraban sin tantos en el marcador. 



A los dos minutos del segundo tiempo, el brasileño Friaça anotó el primer gol de la tarde. Entonces el “Maracaná” explotó de algarabía, pero ésta fue ahogada en el minuto 21 cuando el uruguayo Schiaffino igualó el marcador. A pesar de este resultado Brasil se adjudicaba el título. El público local seguía con expectativa pero con la alegría de poder ser campeones.



Mientras tanto en el campo de juego los orientales se defendían. Sin embargo, en el minuto 34 del complemento, Uruguay, a través de Ghiggia, con un fuerte tiro venció al portero de Brasil convirtiendo el segundo gol para la visita. Nadie podía creer lo que estaba pasando en el “Maracaná”. En un instante, el silencio invadió el estadio y también a todo Brasil, que se preparaba para festejar. 



Faltaban pocos minutos para  finalizar el partido, el dueño de casa atacaba con todo su poderío, pero le era imposible revertir el resultado. En las calles de Río de Janeiro algunos prendían velas y hacían ofrendas para revertir el marcador. Pero nada de eso pudieron hacer. Brasil estaba condenado a obtener el segundo puesto y el juez dio por finalizado el partido.



Los jugadores uruguayos enloquecieron, mientras que los brasileños lloraban desconsolados y ni hablar del público que se fue amargado y en silencio del Maracaná. Hasta la banda de música traída para la ocasión no tocó ni una pieza musical. Los charrúas tenían en sus manos por segunda vez  la Copa Jules Rimet. Esto quedó en la historia del fútbol mundial como el “Maracanazo”.



Un dato sobresaliente: tras perder la final en el estadio Maracaná, el seleccionado de Brasil nunca más utilizó la tradicional camiseta blanca con vivos azules y la remplazó por la actual casaca amarilla.



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